El experto, uno de los más reconocidos en el terreno de la genética, explica que su equipo está desarrollando pruebas para la detección precoz del trastorno del espectro autista en mujeres
l impacto que la genética tiene en la medicina crece a pasos de gigante y los zapatos los lleva Ángel Carracedo (Santa Comba, A Coruña, 1955), uno de los mayores expertos mundiales en genética, catedrático de Medicina Legal y Director de la Fundación Pública Galega de Medicina Xenómica, entre otros cargos.
Su presencia en esta rama de la medicina, y no en otra, es fruto de la curiosidad y «de no querer ver sufrir a los pacientes» porque, dice, lo pasaba muy mal. «El motivo no lo sé muy bien» —responde tímidamente— «siempre me había gustado la genética, pero también otras áreas», explica.
Su deseo de no querer ver cómo otros lo pasaban mal no duró mucho tiempo, ya que parte de su trabajo actual lo dedica al asesoramiento genético. «Se me debió expresar un gen con el paso de los años», bromea. Su investigación supone el alivio de muchos pacientes de enfermedades raras y poco frecuentes, que acuden a su laboratorio buscando desvelar las incógnitas que encierran sus trastornos. «Sufro con ellos y creo que no lo hago bien porque me involucro muchísimo. Como o ceno con ellos, los veo durante el fin de semana», reconoce. No sirve para no llevarse el trabajo a casa aunque en su tarea le beneficia. «Al final, creo que les comunico bien, les doy cariño y es una rama que me está gustando», indica.

—En alguna ocasión dijo que los humanos somos 50 % genes y 50 % ambiente. ¿Cómo nos influyen uno y otro?
—Eso es una estimación que se llama heredabilidad, que establece cuánto es la varianza genética en el total de la varianza compuesta por genes y ambiente, porque siempre somos una mezcla de ambos. Depende de la enfermedad. En trastornos psiquiátricos, normalmente, influyen más los genes que el ambiente; en cáncer influye más el ambiente que los genes, aunque los hay hereditarios. Esto se hace con estudio en familias de gemelos univitelinos separados de ambiente, y muchos proceden de cohortes grandes que sobre todo las tienen en Reino Unido y en países escandinavos. Así se predice.
—El cáncer no siempre es hereditario, ¿pero sí genético?
—El cáncer son siempre mutaciones en los genes, pero mutaciones somáticas. No significa que se hereden, solo sucede en un porcentaje de casos de cáncer de colon y de mama, sobre todo, entre otros. Pero es un pequeño porcentaje el que supone el cáncer hereditario. Además de esto, hay una predisposición genética al cáncer, que es una variación común que todos tenemos. La predisposición media genética en el cáncer es un 25 %; así que el ambiente, que vamos entendiendo poco a poco en cada tumor, influye mucho.
—Ahora está en boca la epigenética.
—Lógicamente, la manera que tiene el ambiente de inducir cáncer es a través de mutaciones —lo cual es más raro—, o a través de epigenética.
—¿En qué enfermedad se observa de manera clara la influencia del ambiente?
—Por seguir el tema, el cáncer de mama. Este tiene un 25 % de heredabilidad, lo que significa que los genes influyen un 25 % y el ambiente un 75 %. De ese 25 %, un 5 % más o menos corresponde a cánceres familiares. Vemos que, cuando uno tiene mutaciones en genes como BRCA u otros, presenta unas probabilidades bastante altas de padecer cáncer de mama. Eso es cáncer familiar, que tienen mutaciones en línea germinal. El resto es predisposición genética al cáncer, es lo que se llama variación común, que vamos entendiendo cada vez más. En lo que respecta al ambiente, sabemos que hay factores que influyen en cáncer de mama, como por ejemplo, la obesidad, la nuliparidad —no tener hijos— o las dietas estrogénicas. Influyen una serie de factores que aumentan el riesgo, y si tienes ya un riesgo individual alto y aún por encima tienes un riesgo epidemiológico elevado, tus probabilidades de tener cáncer aumentan. Por el contrario, si disminuyes tu riesgo epidemiológico, que es el ambiental, minimizas el riesgo individual de predisposición.
—Uno de sus trabajos más citados fue la relación que encontraron entre la esquizofrenia y la autoinmunidad. ¿Cuál es?
—Excepto para el autismo y las discapacidad intelectual, que son dos problemas del neurodesarrollo donde las mutaciones son importantes y por eso es importante el diagnóstico para consejo genético, en el resto de los trastornos psiquiátricos, la variación que predispone a la enfermedad es variación común. Es decir, no hay nada malo en el genoma, sino que simplemente son combinaciones de cosas que todos tenemos que acaban produciendo un problema. Para encontrar esa variación común se hacen estudios que recogen a centenares de miles de personas con, por ejemplo, adicción, y a centenares de miles que no la tienen; o a gente que tiene depresión y a gente que no la tiene. Precisamente, uno de los primeros estudios de este estilo de asociación tan grande en el mundo se centró en la esquizofrenia y lo hicimos nosotros con otros grupos europeos. Comparamos los genomas de estas personas y vimos qué había de distinto. Por qué algunos tenían esquizofrenia y otros no. Pues bien, los genes que encontramos asociados eran casi todos de inmunidad, ¿quién podía suponer que un componente importante en la predisposición a la esquizofrenia tenía que ver con la inmunidad? De hecho, ahora ya hay tratamientos para ello que regulan la inmunidad. Es uno de los trabajos de los que más orgulloso y contento estoy.
Ángel Carracedo, catedrático de Medicina Legal y experto internacional en genética